En los últimos meses, hemos asistido a la proliferación de máquinas expendedoras de todo tipo. Los refrescos, las patatas fritas y los bollos se han sustituido por máquinas que venden condones, compresas, potitos (comida para bebés), test de alcoholemia, lubricantes, cepillos de dientes, etc.
Este fenómeno es muy nuevo en España. En Madrid, pueden verse en estaciones de tren, como Fuenlabrada Central, o en centros comerciales, como Sector 3 de Getafe.
Por muy curiosos que nos resulten estos productos, en otros países del mundo han dado un paso más. Según el modo de vida de cada zona, los distribuidores de estas máquinas han especializado sus contenidos. De esta forma, podemos encontrar máquinas de bragas usadas en Japón. La explicación es que estos objetos son el fetiche de los japoneses, los cuales incluso robaban estas prendas a las mujeres, y se decidió acabar con esta situación. Las mujeres cobran por donar sus prendas y los hombres ya pueden satisfacer sus necesidades.
Además, en Estados Unidos, están apareciendo máquinas expendedoras de iPods, gracias a la compañía Zoom Systems. En vez de introducir monedas o billetes, hay que meter la tarjeta de crédito. Aquí tenéis un ejemplo de su funcionamiento:
La lista de productos no termina aquí. La marihuana terapéutica se puede conseguir desde el pasado enero en California, tras registrar las huellas dactilares y tener receta. En Rusia prefieren las máquinas que expenden caviar. En algunas zonas de Japón venden huevos por este sistema, etc.
Quizás lo más curioso es conocer de dónde surgió la idea de este "autoservicio". Según Eduardo Ruiz-Healy (de "Radioformula"), la primera máquina de este tipo fue inventada 9.000 años antes de Cristo en Nigeria: "Esta máquina expendía jugo de naranja y funcionaba gracias a algunas piedras que eran introducidas en una ranura. La piedra se deslizaba por una pequeña rampa y abría una válvula que dejaba salir una pequeña cantidad de jugo de naranja. El jugo se conservaba en un contenedor hecho de pasto que servía para filtrar arena y pulpa del jugo."
El tiempo dirá hasta dónde llega la imaginación de los distribuidores y la capacidad de compra de los usuarios de estos aparatos, los cuales parecen salvarnos la vida cuando las tiendas están lejos o cerradas.
Este fenómeno es muy nuevo en España. En Madrid, pueden verse en estaciones de tren, como Fuenlabrada Central, o en centros comerciales, como Sector 3 de Getafe.
Por muy curiosos que nos resulten estos productos, en otros países del mundo han dado un paso más. Según el modo de vida de cada zona, los distribuidores de estas máquinas han especializado sus contenidos. De esta forma, podemos encontrar máquinas de bragas usadas en Japón. La explicación es que estos objetos son el fetiche de los japoneses, los cuales incluso robaban estas prendas a las mujeres, y se decidió acabar con esta situación. Las mujeres cobran por donar sus prendas y los hombres ya pueden satisfacer sus necesidades.
Además, en Estados Unidos, están apareciendo máquinas expendedoras de iPods, gracias a la compañía Zoom Systems. En vez de introducir monedas o billetes, hay que meter la tarjeta de crédito. Aquí tenéis un ejemplo de su funcionamiento:
La lista de productos no termina aquí. La marihuana terapéutica se puede conseguir desde el pasado enero en California, tras registrar las huellas dactilares y tener receta. En Rusia prefieren las máquinas que expenden caviar. En algunas zonas de Japón venden huevos por este sistema, etc.
Quizás lo más curioso es conocer de dónde surgió la idea de este "autoservicio". Según Eduardo Ruiz-Healy (de "Radioformula"), la primera máquina de este tipo fue inventada 9.000 años antes de Cristo en Nigeria: "Esta máquina expendía jugo de naranja y funcionaba gracias a algunas piedras que eran introducidas en una ranura. La piedra se deslizaba por una pequeña rampa y abría una válvula que dejaba salir una pequeña cantidad de jugo de naranja. El jugo se conservaba en un contenedor hecho de pasto que servía para filtrar arena y pulpa del jugo."
El tiempo dirá hasta dónde llega la imaginación de los distribuidores y la capacidad de compra de los usuarios de estos aparatos, los cuales parecen salvarnos la vida cuando las tiendas están lejos o cerradas.
Para saber más:
1 comentario:
Gracias por tu comentario. Me gusta el término vending, jeje.
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